Se puede no tener ganas…

Se puede no tener ganas…

…y no pasa nada.

Hay que ver como nos aprietan desde arriba para no parar. Nos tienen en el colegio desde, mínimo, los 3 años; más tarde, habrá que aprender a leer, a escribir, a sumar, restar, multiplicar, naturales, dibujo, lenguas… y directo al instituto: en plena adolescencia te piden que seas tú mismo, que tengas tu grupo de amigos, que te portes bien en casa, que te desarrolles como una persona adulta 100% funcional (viendo que tu entorno, claramente, no lo es), y matemáticas, lenguas, ciencias, deportes… y luego ve y relaciónate, no vayas a ser el raro, y luego las extraescolares ¿Por qué no aprender música? ¿Y fútbol, te apuntas al fútbol? ¿Ballet? ¿Tenis?

Pero tienes que seguir estudiando eh, que luego vendrá bachiller y tendrás que seguir estudiando para poder estudiar después. Focalizar tus dos últimos años de instituto infernal en aquello que quieres ser, en lo que desempeñarás los próximos 47 años de tu vida (si todo va bien), en lo que te ocupará un mínimo de 9h al día con suerte, para hacer que enriquezca otro y vender tu tiempo a cambio de una hipoteca, una financiera automovilística y un pagar las facturas de los servicios básicos que, ahora mismo, son solo para ricos. Y, si lo piensas bien, te da ansiedad verlo así.

Pero si eres un millenial como yo o un early gen Z, ya sabrás de lo que te hablo. Ya sabrás que, si echas cuentas, no te sale un número de años invertidos en tu propio disfrute que merezca ser ni recordado. Ya te habrás dado cuenta que todo gira, gira, gira….y avanza de una forma que, a veces, ni se entiende. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Era aquí donde yo me veía cuando estudiaba para estudiar a los 16-17 años? ¿Tengo lo que quiero? ¿Voy a heredar la empresa con mi sacrificio? ¿Me encuentro bien?

De repente, todo empieza a dar vueltas, son muchas cosas, mucha acumulación de eventos desde que tienes memoria que, solamente, han conseguido darte empujones por la espalda para que avances hacia un sitio que ni sabes cuál es y, a veces, ni te interesa saberlo.

Si unimos a eso las relaciones sociales diarias, el perder y ganar gente; el caer bien o mal; el odiar o no; olvidar o qué… y una década que nos está saliendo bastante regulinchi, que la vida adulta no te está convenciendo, que todo es demasiado difícil, que no hay más que exigencias y peticiones y servilismo y yo ¿cuándo?

PARA.

Para, está bien parar. Está bien no hacer nada. Está bien perderte en tu cabeza un rato, perderte en una serie o mirando un ventilador. Está bien sentarte en el sofá a rascar a tu gato o tu perro, hacerle papachadas en la tripa y hablarle como hijo que es.

Se puede, claramente, no tener ganas. ¿Cómo vas a tener ganas todos los días a todas horas si llevas 30 años fingiendo que las tienes? Porqué así te lo marca la sociedad, el business y el trabajocentrismo. Hay que producir, producir y producir; saber, estudiar, certificarse, leer libros, plantar un árbol ¿No has visto la serie de turno? ¿Cómo puede ser? Eh… parad. No tengo ganas.

Hay días que no hay ganas, y está bien. Y otros que la mejor compañía es un poco de soledad. Si toca hacer deporte y no se hace, no pasa nada. Que no te motiva tu trabajo y te quita las ganas hoy, no pasa nada. Que todo te quita las ganas, empieza de cero. Reprende, reconduce y consigue esa motivación que, bajo mi punto de vista, no has perdido, te han robado de alguna forma u otra.

Está bien no tener ganas de nada, porqué forzarse a estar motivado es doble trabajo: el esfuerzo de motivarse y el de mantenerte ahí mientras haces esa actividad a la que le tenías 0 unidades de ganas. Eso es muy cansado. Dilo claro, no-tengo-ganas.

Y si aceptásemos un poco más esto, estoy convencidísima que tendríamos más motivaciones, más ilusiones, por tanto, seríamos más felices.

Pero ojo, no tener ganas siempre es algo más fuerte. Ahí no es.

Nadie expresa mejor qué y cómo es tener ganas de la forma más profunda y desgarradora que la jefa.

Informática utópica... tanto que me gustaría que los que mandan no fueran los que son... que el dolar empapelara paredes y las sonrisas llenaran bolsillos...

Abby Moreno
Informática utópica... tanto que me gustaría que los que mandan no fueran los que son... que el dolar empapelara paredes y las sonrisas llenaran bolsillos...

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